Marina del Pilar, en la mira de EU; Sheinbaum, otra vez, no sabía

Carlos H. Estrada (13/05/2025)
Por más que desde Palacio Nacional se intente minimizar la revocación de la visa estadounidense a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, y a su esposo Carlos Torres Torres, tiene implicaciones políticas de fondo que no pueden ignorarse. No se trata de una negativa cualquiera a un trámite migratorio. Se trata de una medida deliberada del Departamento de Estado, aplicada a una mandataria fronteriza con importantes vínculos institucionales y logísticos con Estados Unidos.
La gravedad del asunto se acentúa no sólo por el alto nivel político de Ávila Olmeda, sino por el hecho de que la propia mandataria se enteró por los canales menos diplomáticos posibles. Y que la presidenta Claudia Sheinbaum se haya enterado por las redes sociales no sólo es alarmante para su administración, sino revelador del actual nivel de comunicación con el gobierno de Estados Unidos.
Sheinbaum vuelve a demostrar que no está siendo informada con antelación por su contraparte estadounidense sobre asuntos de interés. Es un dato que incomoda. Es una señal política. Y si se sigue acumulando, podría marcar un tono más áspero en la relación bilateral, al menos en lo que respecta al trato con figuras clave del oficialismo.
Mientras el Departamento de Estado dice que el asunto de la gobernadora es confidencial, el gobierno federal guarda silencio y la presidenta pide esperar la información oficial. La oposición, en especial el PAN, exige una explicación pública. Morena cierra filas. La ciudadanía, en cambio, se queda con más dudas que certezas.
¿Tiene Estados Unidos una investigación en curso? ¿Hay sospechas sobre vínculos indebidos, corrupción o uso de recursos? ¿O se trata, como sugieren algunos, de una medida preventiva en un contexto de vigilancia más estricta sobre funcionarios en estados fronterizos?
Sea cual sea la razón, lo cierto es que este tipo de decisiones rara vez son aleatorias. Y menos cuando se aplican a gobernadores. Para el gobierno de Sheinbaum, con apenas unos meses en el gobierno, este caso representa un desafío en política exterior, aunque sea en clave local.
Tal vez sea momento de dejar de fingir que todo está en orden en casa. Porque si la agenda política se contamina con más noticias de gobernadores y políticos morenistas sin visa, se corre el riesgo de escalar el asunto y arrastrar a la diplomacia al pantanoso ámbito de la crisis política con la administración Trump.