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El espionaje inocultable

MOISÉS CATEDRAL

A comienzos de 2022, un puñado de activistas y periodistas mexicanos fueron contactados por Citizen Lab, la agrupación de vigilancia cibernética basada en la Universidad de Toronto. Quienes fueron contactados compartían dos cosas: eran usuarios de iPhone y habían sido infiltrados con el programa Pegasus.

El software espía, cuya licencia está ceñida exclusivamente para agencias de gobierno, tiene en México al Ejército como su cliente principal. Al margen de especificaciones, el análisis forense concluyó que tanto las y los periodistas y activistas convocados fueron espiados a través de sus teléfonos celulares.

La revelación fue descalificada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. En esencia, fue tajante al aseverar que en su gobierno no existe una política de infiltración y defendió a capa y espada a las Fuerzas Armadas, exculpándolas de lo que, dijo, son puras injurias.

Este día, una información difundida por The New York Times no sólo contraviene las afirmaciones presidenciales, sino que lo toca en el corazón. Citizen Lab ha confirmado que el teléfono celular de Alejandro Encinas fue sembrado con el mismo programa espía.

El subsecretario de Derechos Humanos del gobierno federal es un hombre cercano a López Obrador desde hace años, y funcionario clave en la trama que señala a miembros del ejército en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Citizen Lab ha constatado el espionaje a Encinas en un momento particularmente delicado. Apenas en abril, la Suprema Corte de Justicia invalidó la reforma del Congreso que buscaba transferir al Ejército el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional. El rechazo provocó la ira presidencial, que desde entonces no ha dejado de escalar.

López Obrador no solo ha descalificado a los ministros, acusándolos de corruptos y defensores de los intereses de las élites opuestas a él, sino que ha montado el destino de la Corte a la boleta electoral del año próximo.

Los objetivos de la autoproclamada Cuarta Transformación tienen en las Fuerzas Armadas una alianza estratégica e interesada.

Es por ello que, lejos de retornar a los cuarteles a soldados y marinos, como prometió en su campaña política, el presidente les ha concedido control absoluto en tareas ajenas a sus funciones, como la construcción de obras capitales y el control de la seguridad pública.

A la vez que traicionó su palabra, López Obrador desapareció al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), por inútil y corrupto, y desde entonces el Centro Militar de Inteligencia, dependiente de la Defensa Nacional, incrementó sus trabajos de espionaje ilegal.

El caso de Alejandro Encinas difícilmente podrá evadirse, como el que tocó a periodistas y activistas. En su momento el presidente alegó que lo realizado desde ese centro de inteligencia es única y exclusivamente trabajo de investigación contra grupos criminales, pero ahora la práctica del espionaje resulta inocultable.