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El abasto de medicamentos, una carta de buenas intenciones en el Plan Nacional de Desarrollo

Carlos H. Estrada (17/04/2025)

La administración de Claudia Sheinbaum presentó su Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030, con un fuerte énfasis en consolidar un sistema de salud universal. En el documento, se enuncian objetivos ambiciosos que van desde la modernización de hospitales hasta el fortalecimiento del IMSS-Bienestar. Sin embargo, cuando se trata del abasto de medicamentos, lo plasmado en el Plan parece más una declaración de buenas intenciones que una estrategia concreta y viable.

Esto resulta especialmente preocupante en un contexto en el que el sistema de salud ha fallado de manera reiterada en garantizar el suministro oportuno y suficiente de medicamentos, como lo evidenció recientemente la cancelación de los contratos de la Compra Consolidada de Medicamentos 2025-2026.

La cancelación, motivada por la detección de contratos adjudicados a sobreprecio —que pudieron haber generado un daño al erario de hasta 13 mil millones de pesos—, retrasó significativamente el suministro de medicinas en hospitales y clínicas públicas en todo el país. Aunque el gobierno prometió un reinicio del proceso con mayores controles, la afectación en el acceso a tratamientos fue inmediata y palpable para millones de pacientes.

No obstante, el Plan Nacional de Desarrollo apenas toca de forma tangencial la corrupción estructural que ha permeado las compras y distribución de insumos médicos. El documento opta por un tono optimista: “Los esfuerzos realizados durante la administración anterior permitieron reducir la corrupción y los monopolios”. Pero los hechos recientes desmienten esta narrativa y exponen una realidad mucho más compleja.

El diagnóstico del Plan reconoce, aunque sin profundizar, que el déficit de medicamentos sigue siendo un desafío crítico. Señala factores como la concentración del mercado farmacéutico, altos precios en medicamentos de patente y deficiencias en la regulación. También se menciona la pandemia de COVID-19 como una causa estructural de los problemas actuales, pero se omite el análisis sobre decisiones gubernamentales que, en su momento, desmantelaron esquemas de transparencia que habrían evitado la consolidación de redes de corrupción dentro de las instituciones de Salud.

Uno de los puntos más débiles del documento es la ausencia de una ruta clara para resolver los problemas de distribución de medicamentos. Aunque se menciona la necesidad de “fortalecer las capacidades logísticas y de distribución del Estado”, no se detalla cómo se hará, con qué presupuesto, o en qué plazos.

El IMSS-Bienestar, eje central del nuevo modelo de atención médica para personas sin seguridad social, enfrenta también sus propias incapacidades. Su expansión ha sido caótica en algunas entidades federativas, y el problema del abasto de medicamentos amenaza con minar la confianza de la población en este sistema emergente.

La intención del gobierno de asegurar el acceso universal a servicios médicos y medicamentos gratuitos suena bien en el discurso público, pero las fallas estructurales en el sistema —corrupción, mala planeación y deficiencias logísticas—, siguen sin ser abordadas desde la raíz.

Mientras tanto, miles de pacientes en todo el país siguen enfrentando la dura realidad de acudir a centros de salud donde no hay medicamentos para tratamientos básicos. Y aunque el Plan Nacional de Desarrollo promete una transformación profunda, el historial reciente sugiere que sin una estrategia clara, medidas específicas y voluntad política para romper con viejas prácticas, el abasto de medicamentos seguirá siendo el talón de Aquiles del sistema de Salud.

Lo que hoy aparece como una promesa en el papel necesita convertirse en política pública eficaz. De lo contrario, el Plan Nacional de Desarrollo terminará siendo otro documento burocrático más que hace alarde sólo de buenas intenciones.

Fragmentos del Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 15 de abril de 2025

“En materia de salud continuaremos con el trabajo en el primer piso de la Cuarta Transformación. Hasta ahora, el personal médico aumentó en 23% y el de enfermería en 10%: más de 130 mil servidoras y servidores públicos. Los servicios del IMSS benefician a 77 millones de personas de todas las edades. Además, con los Servicios de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar (IMSS- Bienestar), 53 millones de personas, 80% de la población sin seguridad social, tienen garantizado el acceso a una atención médica y medicamentos gratuitos.

“La salud es un derecho humano. Se construye un sistema de salud que busca garantizar el acceso universal a la atención médica, estudios de laboratorio y medicamentos gratuitos. Se modernizarán hospitales y centros de salud. Se consolidará el IMSS-Bienestar para atender a quienes no tienen seguridad social. Las infancias serán protegidas mediante un programa de cuidados para los primeros mil días. Se impulsará un programa de escuelas, centros de trabajo y espacios públicos para reducir la obesidad, hipertensión y diabetes, las principales enfermedades que afectan a los mexicanos.

“Para alcanzar el bienestar y desarrollo de la población, es fundamental consolidar la transformación del sistema de salud bajo el principio de acceso universal, asegurando que todas y todos los mexicanos puedan acceder a servicios de salud de calidad, sin distinción alguna. Esto contribuirá a mejorar los indicadores de salud nacionales y a reducir los gastos que afectan de manera desproporcionada a las personas sin seguridad social.

“Con el fin de fortalecer la prestación de servicios a esta población y cerrar las brechas de acceso se creó el organismo público descentralizado denominado IMSS-Bienestar, cuyo eje fundamental es la atención oportuna, eficaz y eficiente. Este nuevo modelo de gestión busca mejorar la coordinación entre las distintas instituciones del sistema sanitario, garantizando que los servicios impacten positivamente a la población.”

Abasto de medicamentos:

“El abasto de insumos para la salud sigue siendo un tema constante, con desafíos que afectan el acceso de la población a tratamientos esenciales. Uno de los problemas recurrentes es el déficit de medicamentos en las instituciones públicas, debido a ineficiencias en los procesos de compra y distribución, la concentración del mercado farmacéutico y la falta de disponibilidad de tratamientos en el mercado nacional e internacional.

“Los altos precios de los medicamentos de patente limitan el acceso a amplios sectores de la población, lo que es consecuencia de deficiencias en la regulación del sector farmacéutico, que ha favorecido prácticas monopolísticas y dificultado la competencia.

“Varios factores han influido negativamente en el abasto eficiente de insumos, como las reformas previas al sector salud, la pandemia de la COVID-19 y la corrupción en el sector farmacéutico. Sin embargo, los esfuerzos realizados durante la administración anterior permitieron reducir la corrupción y los monopolios. La mejora en la planeación y estandarización de los procesos de compra, así como los cambios en la ley, ampliaron el mercado y la oferta internacional, lo que resultó en ahorros significativos.

“Es necesario continuar fortaleciendo el sistema de compra, abasto y distribución de insumos para la salud a través de la implementación de mejoras tecnológicas, mecanismos de cálculo de la demanda y la homogenización de medicamentos e insumos. También es clave realizar compras con las mejores condiciones de precio y calidad, y fortalecer las capacidades logísticas y de distribución del Estado.”