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La estrategia fallida de Marcelo

DARDOS (20 JUNIO 2023)

Marcelo Ebrard mostró las cartas que ha decidido jugar en la contienda por la candidatura de Morena, una estrategia destinada a construir una imagen de ferviente militante con un toque de fanatismo político en pos de tatuarse el rostro del presidente de la República en el antebrazo.

Pero a la estrategia se le ven las costuras y nadie da un peso por él si continúa por ese camino. Un par de frases sin mucho sentido tomadas de viejas campañas perdedoras y una imagen que lo acerca más a una ingenuidad impostada que al experimentado político que es, le pueden deparar sorpresas desagradables en la percepción pública.

No ayudan tampoco las ocurrencias de principiante en una campaña política, y mucho menos cuando no se calculan las consecuencias, que pueden convertir lo que alguien pensó sería una buena idea, en una terrible tontería.

Proponer una secretaría de Estado para la 4T, y aderezar la ocurrencia con una invitación al hijo del presidente para que la presida, fue un error de cálculo que Ebrard no se puede permitir en esta etapa de su carrera política.

Si tomamos por un segundo en serio la ocurrencia de Marcelo, la propuesta tiene aristas de interpretación que no necesariamente lo hacen quedar bien dentro de la 4T, pues pareciera que quiere acotar el movimiento de López Obrador a una dependencia, y no movilizar al gobierno entero para consolidar los cambios profundos de los que hablan en el gabinete.

No hay necesidad de usar un disfraz político y mucho menos enredarse en propuestas absurdas, pues no sólo puede perder la interna de Morena, sino la reputación que había logrado posicionar en la clase media fuera del oficialismo que, de acuerdo con las más recientes encuestas, ya lo colocan por encima de Claudia Sheinbaum.

Si Marcelo Ebrard quiere ir a visitar a su maestra del kinder y recorrer algunas calles en un vocho eléctrico, está bien, es parte del relato ramplón que adereza las campañas políticas, pero si realmente quiere ganar la contienda interna de Morena, el excanciller tendrá que modificar su estrategia y deshacerse del disfraz que le han colocado para sonreír en medio de las pifias y autocomplacerse pensando en que “todo va a estar bien”.