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La estrategia del G7: Tomar prestado el manual económico de China

Foto: Twitter

Por Manuel Pineda

En la cumbre del G7 que se inaugura hoy en Hiroshima, Japón, los líderes de las naciones democráticas más ricas se reúnen para discutir cómo acelerar la inversión pública a fin de reducir su dependencia de la fabricación china y promover sus propias empresas en la nueva economía energética. Esta iniciativa ha sido impulsada en gran medida por la agenda legislativa del presidente Biden, quien busca fortalecer la capacidad industrial de Estados Unidos y competir en el sector de tecnologías limpias.

El enfoque adoptado por el presidente Biden se basa en una serie de leyes y proyectos centrados en la industria de semiconductores, infraestructura y energías de bajas emisiones. Estas medidas están estimulando inversiones gubernamentales y privadas en la capacidad industrial estadounidense, incluyendo subsidios para vehículos eléctricos, baterías, parques eólicos, plantas solares y más. Lo que presenciamos es una intervención sin precedentes del gobierno de Estados Unidos en la política industrial, y esto ha generado un efecto dominó entre los países aliados del G7.

Las naciones europeas, Corea del Sur, Japón, Canadá y otros países están presionando para obtener un mayor acceso a los subsidios de energía limpia de Estados Unidos, mientras lanzan sus propios esfuerzos complementarios. Esta carrera por la tecnología limpia representa una oportunidad para que estas democracias vayan más rápido y más lejos, trabajando en conjunto. Sin embargo, este cambio de enfoque no solo se debe a la competencia económica, sino también a la urgencia de abordar la crisis climática.

Unir esfuerzos

De acuerdo con información de The New York Times, la estrategia del G7 es clara, copiar el manual industrial que ha llevado a China a ser potencia mundial y acelerar la demanda de tecnologías que ayuden a reducir las emisiones y combatir el cambio climático, al mismo tiempo que brinde una ventaja competitiva a los trabajadores de los países aliados frente a China. La seguridad económica, la seguridad nacional y la seguridad energética son fundamentales en esta nueva etapa del G7, como lo demostraron las recientes acciones relacionadas con las cadenas de suministro y los semiconductores.

Es importante destacar que la alianza del G7 debe asegurarse de que las economías en rápido crecimiento, como India, también se benefician de estas inversiones en la nueva economía energética. La colaboración global es fundamental para garantizar que la aceleración de estos avances no desincentive la inversión a nivel mundial.

Sin embargo, hay un país que se verá afectado directamente por esta estrategia: China. Estados Unidos ha impuesto restricciones significativas al acceso de este país a la tecnología estadounidense, especialmente en áreas como los chips avanzados. Además, se ha buscado el respaldo de los aliados para aplicar restricciones globales al intercambio de tecnología con China y Rusia. Estos esfuerzos tienen como objetivo obstaculizar el desarrollo continuo de China en la fabricación de tecnología de punta.

El G7 se encuentra en un punto de inflexión, adoptando estrategias económicas para contrarrestar el poderío económico de China. La inversión pública en la nueva economía energética se ha convertido en un objetivo clave para estas democracias ricas, no solo para reducir su dependencia de China, sino también para enfrentar el desafío climático.

El mundo está presenciando una nueva era en la política industrial del G7, y su impacto podría ser significativo tanto en la economía global como en la lucha contra el cambio climático.